CON ALCIDES EN PLAYA GIRÓN
Breve fue la conversación con
Alcides, aunque sin prisas. Alojados estuvimos en la casa que renta en la
localidad costera, tomando la carretera hacia Caleta Buena. Supimos que es
entendido en el submarinismo, y pusimos sobre todo atención a su dominio de las
artes haliéuticas: ¡la pesca!
Tecnología digital mediante, nos
trajimos hasta el blog sus capturas de petos, agujas de abanico y hasta
casteros, todo desde un bote de remos corriente. Verdad es que se trata de
pesquerías a cordel, usando carnada viva, nos dice el Sr. Sarría Fish, capturas
destinadas a consumo, pero la potencialidad de una práctica deportiva de tales
trofeos, a corta distancia de la costa, la estamos viendo venir. Solo hace
falta un pequeño ajuste y es que surja la posibilidad de que algunos pescadores
puedan ejercer en privado la pesca como oferta turística, dando sitio a una
actividad de trabajo por cuenta propia de real valor agregado y utilidad para
el país.
Hay por el archipiélago unos
cuántos que han hecho su vida sobre el agua y los entiendo suficientemente
profesionales, experimentados, honestos, para adentrarse en el delicado negocio
de la hospitalidad. Algunos son guías de pesca cuya vida laboral está contando
sus últimos salarios... Quienes tienen
noción del valor de la pesca recreativa como producto turístico saben que tales
individuos, algunos de ellos con títulos universitarios y sorprendente dominio
idiomático ―en pesca no, en pesca son sencillamente sabios―, tendrían que ser
en un planeta lógico los maestros de los que vendrían detrás para aprovechar el
recurso natural que es fuente de un privilegiado producto turístico. Y ser los
directivos de las agencias receptivas, jefes de flotas, asesores de los
tomadores de decisiones, de la publicidad, de la compra de material logístico
adecuado, de los requerimientos particulares que clientes tan específicos como
los aficionados a la pesca tienen respecto al alojamiento, la alimentación, el
transporte y todo tipo de servicios anexos al elemento principal, que es la
pesca.
Lo otro es dejar la cuestión en
manos foráneas, mejor si las manos son pocas.
Por lo pronto, Alcides, como
cualquiera que respira el salitre en un archipiélago donde el mar está siempre
al alcance de la mano, tiene peces para mostrar que harían a unos cuantos
aficionados tomar un avión en Montreal, New York, Miami, Londres, Madrid...
¡Moscú!, ¡Pekín!
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