8/2/08








DÓNDE PESCAR LA TRUCHA EN CUBA

Desde que en diciembre pasado colocamos un dispositivo CQ Counter a CUBANOS DE PESCA, nos estamos enterando de algunas cosas interesantes. Algunas personas que hacen búsquedas en la red, por ejemplo, querían saber dónde pescar truchas en Cuba. Probablemente se tratase de personas familiarizadas con el vocabulario del pescador aficionado cubano, puede que incluso fueran cubanos de los muchos que ahora residen en otros países y desean pescar en las aguas de su patria.

Pero también pudiera ser que alguna de las personas interesadas en acercarse a las aguas cubanas sufra una momentánea confusión derivada, qué duda cabe, de escuchar en cualquier parte a un cubano hablando de las truchas de sus embalses, de sus lagunas, de algunos ríos providenciales. Nadie busque en Cuba truchas ictiológicamente reales: ni las arcoiris famosas, ni las pardas europeas, ni ningún salmónido nada en las aguas de este archipiélago. Se intentó la aclimatación, ciertamente, e incluso una nota de una revista de la primera mitad del siglo XX advertía de una ordenanza que prohibía la pesca de la “trucha de los ríos”, o sea, Salmo Mikiss.

En Cuba llamamos, enfática y superlativamente, trucha, a la lobina negra boquigrande, el black bass de los norteamericanos y de medio mundo. Mycropterus salmoides, para ninguna confusión. El nombre de trucha, puedo asegurarlo, no proviene de la espumante imaginación lingüística de la gente de este archipiélago, quienes le habríamos colgado un sonoro calificativo más criollo, como hicieron con el estadounidense crappie (Pomoxis anularis), al que llamamos Longorongo o Bocú, o le damos el más corriente apelativo de Biajaca mexicana. La trucha, lo más probable, se ganó su alias con el pasaporte de entrada a Cuba, resultado de una traducción demasiado directa de uno de los nombres comunes en inglés que identifica la especie en la Florida: green trout, a lo mejor trout a secas en lo coloquial, de no haber salmónidos en la vecindad.

La especie fluvial, en lo adelante LA TRUCHA, se adaptó de manera admirable a las aguas cubanas, tal vez por el hecho de que su introducción estuvo precedida de un responsable y calificado estudio de su ecología. No obstante pesimismos que llegaron a una ácida polémica de un par de dias en alguna revista de La Habana en los años del 1940, el pez foráneo no acabó con especies autóctonas ni fue más responsable de la proliferación de mosquitos (al alimentarse peces que controlan estos insectos) que lo que el mismo hombre puede haberlo sido con sus depósitos de agua. Ni remotamente podría compararse el impacto ambiental de la trucha con el provocado en aguas cubanas por el Clarias, cuyas consecuencias ya se ven, y cuyas soluciones dependen quizás de un milagro.

Antes de que transcurriera un cuarto de siglo de su importación al país, ya las truchas cubanas eran pescadas en el río Almendares, que cruza la ciudad de La Habana, en la laguna de Ariguanabo, ahora desaparecida a una veintena de kilómetros al oeste de la capital, y en prácticamente en cualquier espejo acuático del país, sin descontar estanques artificiales no mayores que una piscina y considerablemente menos profundos.

Hoy día es más fácil tratar de identificar los sitios cubanos donde no mora este pez, que hacer un inventario de los enclaves en los que puede esperarse su picada tras una lombriz artificial (un vinilo, en el lenguaje cubano), o un rapala. Hay, por supuesto, sitios de muchísimo nombre, lo mismo para los pescadores locales que para los conocedores que nos visitan. Laguna del Tesoro, en la Ciénaga de Zapata, mantuvo su prestigio mucho tiempo; Hanabanilla, hermoso y profundo embalse en las montañas del Escambray, fue la revelación de los años ´80. Por la misma época se ofrecía la pesca a los turistas en la occidental Laguna Grande y en Cuyagüateje, un complejo hidráulico que integran hasta cinco lagunas, del que probablemente escribamos bastante en el futuro.

La historia de la pesca hace unos años recogía bastantes crónicas habladas de las truchas de Zaza, el mayor lago artificial del archipiélago, y de Laguna La Redonda, reputada mucho tiempo por sus manglares en agua dulce y su notable frecuencia de picada. Intacto está el prestigio de Leonero, sede desde hace un cuarto de siglo de un torneo nacional, mientras en la misma provincia, Granma, Cauto el Paso es todavía una promesa con su dique de 25 kilómetros y aguas más bien someras.

Es este un ramillete de nombres al vuelo. De cada enclave habrá para un reportaje luego, o cuando menos para un artículo con materiales de archivo. Si el lector quisiera habría para ampliar la lista, pues al menos un embalse por cada provincia del país podría aun mencionarse: El Punto ¡y La Juventud! en Pinar del Río; La Coronela o Canasí en La Habana; Mal País en la Isla de la Juventud; Alacranes y Palmsola en Villa Clara (por no ser reiterativo con Minerva), Muñoz, Máximo o Najasa en Camaguey… Tómese en cuenta que suman 92 embalses, contando sólo los que integran la relación oficial de aquellos en los que se autoriza la pesca deportiva en la República de Cuba, por las resoluciones 521/96 y 108/97 del Ministerio de la Industria Pesquera. Y, no pierda tiempo en dudarlo, una sola cosa justifica tan meticulosos instrumentos legales: la trucha.

Pescar ese pez es la pasión de nunca menos de la tercera parte de los pescadores aficionados cubanos: la única especie que estadísticamente se le acerca en interés deportivo es el marítimo Pargo criollo (Lutjanus analis), pero este hermoso pez de suculentos filetes aparece en volúmenes pescables en épocas muy definidas, es más frecuente su pesca desde embarcaciones fondeadas y su captura carece de la emocionante dinámica que ha hecho la fama mundial del bass boquigrande. La trucha, que decimos.





3 comentarios:

Lunker Angler dijo...

¡Felicidades or sus artículos de pesca!
Un saludo desde España

Txema Julià dijo...

Gracias por la información!! ?En la provincia de Holguin hay alguna posibilidad de pescarlos?

Saludos desde el Delta del Ebro (Cataluña)

Josue dijo...

Pues mira que si, en el embalse Guirabo, hace años habia tremenda poblacion..despues de la sequia del 2005 CASI desaparecieron..hay comentarios que reaparecieron los basses..jaja

Por lo demas en Nipe, Santa Clara, Cocoyuguin, BioPaso en San German..en todos esos embalses hay truchas..

Un saludo desde Holguin