EL TORNEO DEL CASTERO (1)
Ismael León Almeida
Cuando la
ciencia opina
Algo que resulta significativo es que este nuevo
certamen va a ser ubicado en una fecha en la que jamás se había realizado una
competencia de pesca en Cuba, y es debido a una recomendación científica, según
afirmó Miguel Arocha en la entrevista que le realizamos en los noventa, acerca
de su protagonismo en el rescate del carácter internacional del torneo
Hemingway, que el equipo de trabajo del departamento de Caza y Pesca del INTUR supo
que además del pico de la corrida de la aguja en mayo, había otro momento
importante en cuanto a la abundancia de peces en la corriente del Golfo, que
era el verano, cuando se acercaban a la costa cubana los grandes casteros azules del Atlántico.
Esa recomendación realizada personalmente por el Dr.
Darío Guitart Manday, que había fundado y echado a andar el Acuario Nacional,
que había sido asimismo director fundador del Instituto de Oceanología en 1965,
lo había dirigido durante varios años y había permanecido muchos más como
investigador; había contribuido a actualizar los conceptos de formación
universitaria de las ciencias del mar, y precisamente concluyó en el año de
1978 una obra fundamental, que representa un referente básico para las
investigaciones ictiológicas que requería el país para desarrollar la pesca, su
Sinopsis de los peces marinos de Cuba.
Guitart es probablemente el primer científico
cubano, el primer biólogo, específicamente, que es capaz de percibir la pesca
deportivo recreativa como una actividad digna de interés investigativo. No hay
que olvidar que el sabio Felipe Poey, agradeciendo algunas colaboraciones en su
Ictiología cubana, marca la
distinción entre pescadores profesionales y aficionados, y con ello está dando
entrada en la percepción intelectual, científica y cultural de este país, de
una categoría diferente de la relación entre el individuo y la naturaleza, la
de aquellos que iban de pesca no solo por acopiar pescado, sino en busca de
placer, de llenar el asueto disfrutando del mar. Que Guitart lo recordara en un
momento en que el aprovechamiento productivo de los recursos del mar y las
aguas interiores se hallaba en pleno auge pudo haber tenido mucha mayor trascendencia,
de haber existido una receptividad más atinada y un enfoque no tan
empeñadamente enfocado a sacar de las aguas cuanto pescado fuera posible.
En relación con los criterios acerca de la
estacionalidad de las corridas de las diversas especies de agujas, las
estadísticas de los torneos nacionales Ernest Hemingway celebrados generalmente
en mayo, corroboran durante un amplio período las observaciones científicas. En
treinta certámenes de esta serie, efectuados entre 1963 y 1992, las capturas de
aguja blanca representaron el 76,4 %, las de abanico el 18,6 % y las de castero
sólo el 5,0 % (1*). De esa última especie no hubo capturas en diez torneos de
los mencionados y, cuando se han cobrado en esa época del año, las cifras más
altas han sido de cuatro ejemplares en un concurso. Para los torneos nacionales de la pesca de agujas,
mayo ha sido el mes elegido en 34 de los 37 torneos celebrados desde 1963 hasta
el año 2000. Los tres restantes se programaron en junio y sus resultados no
respondieron a las expectativas de cada momento.
La sabia naturaleza se organiza para que cada uno de
sus integrantes halle su oportunidad. Es, por supuesto, una forma elegante de
expresar que las especies de menor talla entre las agujas hallaron más oportuno
reproducirse antes que los gigantes, hacer su corrida antes de que aparecieran
los casteros. Poey, en su brillante Ictiología
cubana, describe la aguja de casta o castero con el nombre científico de Tetrapturus amplus y señala: “Este pez
se presenta en abundancia durante los meses de julio y agosto. Solo se ven
grandes”. El sabio doctor, que reporta por primera vez la especie en 1868,
menciona que los pescadores aseguraban que había ejemplares de 1000 a 1 500
libras de peso, aunque las vistas por él por lo regular no pasaban de 600
libras.
Darío Guitart ―que en su Sinopsis de los peces marinos de Cuba (2), reasigna la especie a
la identificación que le había dado antes Lacépede, en 1803, o sea, Makaira nigricans, pero respetando la
sinonimia de la denominación otorgada por Poey―, había tenido oportunidad
asimismo de comprobar mediante estudios directos la ictiofauna
pelágico-oceánica de la zona donde se llevaban a cabo estos certámenes, a
partir de la información registrada por tres años, de 1971 a 1973, por una
cooperativa de pesca del río Almendares. De este modo, no solo verificó la
abundancia relativa de agujas y casteros en la región noroccidental del
archipiélago, respecto a la presencia de emperadores y tiburones, cobrados con
palangre, sino determinó la presencia minoritaria de otras especies, aparte de
las más comunes, como otro tipo de castero, Makaira
indica, y otra de aguja, Tetrapturus
pfluegeri, esta posteriormente cobrada en un par de torneos (3)
Es decir, que Guitart, un hombre despierto, que
había sido un notable deportista antes de entrar a un laboratorio y a un aula,
que se sentía fascinado por los tiburones, pero durante años dedicó páginas y
páginas a hablar de cientos de especies en una sección de la revista Mar y Pesca, y que, desde su dominio en
ictiología, proyectaba su magisterio hacia un enfoque multidisciplinario de las
problemáticas marinas, integrando los diversos factores que integran la
oceanografía (físicos, geológicos y químicos, además de los biológicos), estaba
lo suficientemente atento a la cotidianeidad como para darse cuenta de que la
corrida de los peces no solamente era aprovechable para programar las labores
extractivas a base de palangres, sino asimismo para organizar un producto
turístico de calidad, en el momento más oportuno de la temporada.
Con su orientación los especialistas del organismo
turístico crean una nueva fecha de y se pone en marcha un certamen para la
pesca de los mayores peces de pico que corren en el verano por las aguas
inmediatas a la Isla. En el mismo año en que se está desempeñando como
investigador del Instituto de Oceanología de la Academia de Ciencias, asiste
como delegado a un congreso científico oceanográfico en Bulgaria, concluye la
Sinopsis, inicia la transcripción de la Ictiología cubana, atiende a delegados
de México para la firma de un convenio pesquero y asesora al Centro de
Investigaciones Pesqueras en un tema sobre atunes pequeños, se dedica con
entusiasmo a brindar asesoría a los organizadores de eventos sobre pesca
recreativa.
En 1978 era integrante del jurado de los concursos
de pesca Hemingway y del Castero, y asesor del INDER y el Instituto Nacional
del Turismo en pesquerías deportivas pelágico-oceánicas. El Centro de
Investigaciones Turísticas lo nombró su “asesor en materia de explotación
turística de la plataforma marina” (4) y el hecho de que no se trataba
meramente de la formal afiliación de una personalidad notable a una emergente
institución ―que, por cierto, desapareció tan pronto se apagó el auge turístico
del momento―, lo demuestra un “Programa para investigaciones sobre la pesca
deportiva turística”, una copia del cual permanece en los archivos familiares
del científico, y asimismo una extensa entrevista, la única que le realizamos,
que Darío Guitart nos concedió en 1996, cuando ya trabajaba exclusivamente en
la edición científica de la Ictiología
cubana, que vería por primera vez una edición total en el año 2000.
La competencia
Que
después de la reapertura internacional del Hemingway
― con 58 embarcaciones lidiando por premios y más una captura de 107 peces
de pico―, el primer certamen de verano efectuado en el país alcanzara también
lo que alcanzó, podría haber sido visto como un sonriente golpe que la
naturaleza quiso dar a la reticencia de una fila de gobernantes
norteamericanos, de Eisenhower a Ford, hacia la isla antillana, y asimismo como
una confirmación, tan pública como poco aprovechada, de que la ciencia cubana
podía emplearse lo mismo para coger mucho pescado para alimentar al pueblo y
mucho para darle lustre al turismo.
En
la primera convocatoria del Blue Marlin International Fishing Tournament, o
Torneo Internacional de la Pesca del Castero, arribaron a la costa cubana 30
embarcaciones norteamericanas, menos que
en la cita primaveral, pero más cargadas de visitantes (5). Un total de unos 150 turistas, ochenta de ellos como pescadores,
además de los tripulantes, invitados, familiares y periodistas. Fue el tercer evento de pesca con carácter
internacional celebrado ese año, después del tope Cuba-USA que tuvo lugar en
enero en la Laguna del Tesoro, y del Hemingway efectuado en mayo. El 13 de mayo del mismo año visitaron Varadero 245 turistas
procedentes de distintos lugares de los Estados Unidos, los que arribaron en 52
embarcaciones por una gestión entre el INTUR y el Marathon Yacht Club de la
Florida. Ciertamente, el turismo estaba
despertando en aquel momento.
El
certamen tuvo lugar en la Marina Barlovento, con un saldo final de 23 piezas
capturadas, que pesaron en conjunto 4 160
libras, Así, el espléndido escenario, el Gulf Stream
a la altura de la costa norte habanera, comenzaba a constituirse en centro de
atracción para los aficionados a la pesca de la aguja del Atlántico occidental.
Las piezas llevadas a las horcas se desglosaban
en 17 casteros, 5 agujas de abanico y una aguja blanca cobrados en cuatro días
de competencia, del 24 al 27 de agosto. Quedaba demostrada, por otra parte, la
certeza científica local al ubicar las fechas y decidir la especie principal. El
índice de captura según esfuerzo pesquero (barcos x días pesca) beneficiaba al
Hemingway (0.615 vs. 0.192), mas la media en peso de la captura en el
restaurado clásico (58.6), apenas relevante en su propia serie, fue batida por
el nuevo certamen con su promedio de 244 libras por ejemplar y la pieza de
menor talla con 81 libras. Los mayores casteros por
día fueron (6):
Jueves
24 de agosto: Jay M.
Rallwick.............117 lb
Viernes
25 de agosto: John R. Clark.................485 lb
Sábado
26 de agosto: Phillip Caputto................569 lb
Domingo
27 de agosto: Paul D. Vartanian........279 lb
En
el orden deportivo, dos hitos serían remarcados por la prensa: el récord
nacional en la captura de un castero azul del Atlántico (Makaira nigricans),
que de manera oficial le es reconocido a un norteamericano por la Comisión
Nacional de Pesca Deportiva, y la captura de otro pez de la misma especie con avío a mosca, algo
que en su momento sería al menos novedoso. El norteamericano Philipp Caputo, ya
a la altura de su penúltima salida al mar a bordo del Candide II, llega al
muelle de Barlovento con un castero de 569 libras, que acabará tiempo mediante
expuesto en la pared del famoso bar Sloppy Joe’s de Key West, Florida, pero
antes le servirá como elemento de convicción para conquistar el título
individual del torneo seguido de cerca por Kenneth W. Carrington, del Priscilla, y por John R. Clark, del Mil Jac. En el registro de records
nacionales de Cuba, que se estuvo publicando en unas “Agendas” muy manuables
que dejaron de aparecer en los noventa, la marca de Caputto se atribuye a la
resistencia de línea de 80 libras.
Unos días antes del evento y en presencia de un
representante de la IGFA, se establece
en aguas cubanas otro récord, éste de categoría mundial, con el que otro norteamericano logró notoriedad casi tan duradera, con
una aguja de casta de talla apenas impresionante. La captura de un pez de pico
con aparejos de pescar a mosca no era algo tan frecuente en aquellos días ni aun
en los actuales, porque esa modalidad tiene sus particularidades muy exigentes
y una de ellas es un verdadero hándicap frente a peces que disponen de gran
peso y un dinamismo muy poco complaciente para el pescador de avíos
verdaderamente ligeros. El 21 de agosto de 1978, tres días antes de la competencia,
William W. Pate
Jr. captura en La Habana, Cuba, en castero azul del Atlántico que pesó 43.54
kilogramos, igual a 96 libras. Según un reporte de la asociación internacional
de pesca deportiva, que convalidó este récord, el tippet empleado fue de 16
libras (7).
Una fuente cubana, la conocida revista Mar y Pesca, reflejó para esta pieza un
peso de 93 libras y una línea de 15 (8), pero probablemente la pequeña
diferencia se deba a que en los eventos de este tipo, con más razón si son de
tipo internacional, los periodistas depende de la información que les ofrecen
los jurados cuando ellos lo deciden. La diferencia entre peso del animal y
resistencia de la línea significa un trabajo muy afinado, diríase que
nanométrico, en la manipulación de la caña y, sobre todo, en la retención del
backing que el pescador puede permitirse. El récord de Billy Pate fue batido en
algún momento; el anuario de la IGFA mostraba en 2010 que la marca para esa
especie y categoría se hallaba en más de 200 libras (9), pero de cualquier
modo fue un gran mérito en aquella fecha y un punto más para el lustre del
evento cubano. La mejor actuación de un deportista
local ese año fue desarrollada por Jorge García Díaz, con un castero de 126
libras izado a la popa del Piraña I, y fue probablemente el comienzo de la
historia profesional de quien luego se convertiría en un calificado capitán de
yate y guía de pesca turística.
En
la premiación del torneo, la noche del 27 de agosto de 1978, no faltó la voz
emocionada de uno de los visitantes, el joven
competidor Billy G. Underwood, quien
expresó “en nombre del grupo de turistas norteamericanos”: “Este es uno
de los mejores torneos de pesca al que hayamos asistido nunca. Y muchos de
nosotros hemos estado, en todo el mundo, en varios eventos como este. Pero en
ninguna parte nos han tratado mejor que en La Habana. Hemos hecho muchos y
buenos amigos, y hemos pasado el tiempo estupendamente. Me gustaría ver a más
norteamericanos venir a Barlovento. Yo espero que estos torneos contribuyan a
que las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos sean cada día mejores”.
Al
año siguiente, las copas volverán a alzarse en brindis de gratitud y
reconocimiento a los organizadores de los torneos de pesca cubanos, por “la
hospitalidad, el trato cordial y las atenciones brindadas por los cubanos” a
los competidores y sus acompañantes. Esta vez, Dade Whitney Thornton, un
conocido fotorreportero que años después
ganaría renombre como organizador de torneos de pesca, diría en un reportaje
sobre el Hemingway, publicado por él en la edición de agosto de la revista Southern Boating: “Estoy muy impresionado por la organización de estos encuentros
turísticos deportivos que se celebran en Cuba. He asistido a muchos otros
torneos y si tuviera que hacer comparaciones entre los de ustedes y los que he
visto en otras partes del mundo, debería afirmar que aquí en Cuba son muchos
los que se dedican a trabajar con ahínco por el éxito del encuentro. En otros países
se contratan administradores para que se hagan cargo de tales torneos, mientras
que en Cuba no ocurre eso: aquí todo el mundo trabaja con tenacidad y
entusiasmo a fin de alcanzar la máxima organización, tal como hemos visto en
este torneo” (10).
Por parte de la prensa
cubana hubo un reportaje curioso, porque su autor va a centrarse en la realización
de todo un recuento de los momentos iniciales del auge de la pesca turística
que estaba ocurriendo en el país desde noviembre de 1977, cuando llegaron los
primeros grupos de pescadores norteamericanos para disfrutar en programas de
cuatro días la pesca de la trucha, para ellos black bass, en la Laguna del Tesoro. Dice: “... el camino
ascendente de la pesca deportiva cubana, cuya proyección internacional le ha
ganado a nuestro país varios centenares de nuevos amigos en la región del
Caribe” y –luego de resumir los resultados de dos torneos Hemigway, el Blue
Marlin precedente, un certamen dedicado
al Emperador, y uno de Primavera- resume: “Fácil es advertir, en este breve
recuento, que los esfuerzos por alcanzar un lugar prestigioso en la preferencia
de los deportistas de toda la zona, están dando resultados” (11).
Mientras, los resultados de la competencia aparecen en los pies de fotos o
propiamente mediante la información gráfica.
Son siete grandes fotos en
la extensa plana de la edición del Resumen
Semanal de Granma de la última semana de agosto de 1979: “Cinthya Laughlin,
de la tripulación del Wye o’Why? –dice
un pie de foto- recibió también un trofeo otorgado por el INTUR por el mayor
pez capturado por una mujer. El castero capturado por Cinthya pesó 100 libras
justamente”; en la foto se ve una mesa
de muchas sonrisas en torno y varios trofeos encima. Otro: “La noche de
premiación, la tripulación del Wye o’Why?
celebró el triunfo de la competidora –otra vez- Cinthya Laughlin y el éxito de
este nuevo torneo veraniego para la pesca del castero en aguas del litoral de
la costa norte habanera”. La siguiente dice al pie: “Lou Casset recibe el
trofeo por el primer lugar individual como acumulador de puntos (258)”. Y sigue
otra: “Terry Vavrick obtuvo un trofeo por el segundo lugar individual como
acumulador de puntos (199), otro trofeo por la pieza de mayor tamaño (un
castero de 199 libras), otro trofeo por la pieza de mayor tamaño (un castero de
199 libras) y un tercero otorgado a la mayor pieza capturada en el tercer día
de competencia”; una más: “Paul Van Beuren recibe el trofeo por el tercer lugar
individual como acumulador de puntos (163)”, y la última con texto: “Oscar y
Harold Perret Gentil, y Peter Van Der Dijs, tripulando la embarcación cubana
Carnaval, aportaron a este torneo, pot primera vez, la presencia de un equipo
de competidores de Antillas Holandesas, en representación del Curaçao Yacht
Club”.
El
torneo se desarrolló durante las jornadas 9,10, 12 y 13, anota el semanario
cubano de difusión internacional. De modo que ya se aplicó en su calendario la
estructura que llegó hasta el presente en los certámenes turístico de pesca en
el país, dos sesiones de pesca, un día de descanso y otras dos de pesca para
finalizar. Siempre ha sido un buen arreglo, porque de lo contrario la variante
viable sería la de competir tres días seguidos, con lo que la última jornada
sería un esfuerzo extenuante para los que se empeñaran en obtener todavía
alguna posición en las premiaciones y un día de paseo, sin mayor interés porque
aparecieran los peces –v. gr., en buscarlos- para los que se sintieran seguros
en la nómina de premiso o de lo contrario: que todo lo que esperaban era una
noche muy alegre de tragos y bromas en la fiesta de premiación. El barco que
ganó fue el King’s Dot.
*Las
notas al final de la tercera parte del artículo.
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